Inocencias Malignas II
Inocencias Malignas II
Uggla Horrorwitz
Con motivo del día del niño dedicamos, una vez más, un texto en el que recomendamos cuentos de terror donde los niños son quienes protagonizan las historias. Sin duda una de las características más asociadas con ellos es la inocencia.
Si buscamos en el diccionario el significado de la palabra inocencia varias de las acepciones que encontramos hacen alusión a un estado “libre de culpa”. Podríamos decir que la culpa es ese estado de conciencia donde se asume la responsabilidad de algún acto cometido. Dicha responsabilidad proviene de un juicio moral en el que se cuestiona si los actos cometidos fueron buenos o malos.
En el caso de los niños aceptamos casi por antonomasia que son inocentes porque no han sido capaces de desarrollar esa capacidad de discernir lo que está bien de lo que está mal. Por lo que su “inocencia” puede ser un catalizador para esconder acciones malévolas impulsadas por un mal superior o externo, o incluso por un instinto nativo e irreverente.
No es casualidad que en muchas culturas la figura del infante tenga otras connotaciones. Suelen ser considerados como más perceptibles a ciertos sucesos “sobrenaturales”, en su momento, el sacrificio de su carne tenía un valor mayor por esta presunta inocencia.
Lo cierto es que todas estas elucubraciones han servido como campo de cultivo y alimentado el imaginario colectivo a lo largo del tiempo. Muy particularmente en el campo de la ficción ha sembrado la semilla para desarrollar historias donde la inocencia convierte a los niños en una especie de videntes y de víctimas potenciales para que el mal ataque o se manifieste a través de ellos.
Está vez recomendamos historias sobre niños, cuya inocencia es camaleónica. A veces los salva y muchas otras los condena.
Alfredito - Liliana Collanzi
Un relato inquietante. Desde los primeros párrafos consigue que te cuestiones, a través de postales grotescas, si lo que estás leyendo es real o es mero producto de la imaginación de una niña. Un cuento que habla sobre el retorno de los muertos, de las experiencias extrasensoriales, que junto con elementos de las tradiciones locales consigue generar una extraña acritud.
Se puede leer el relato acá.
La doncella del maíz - Joyce Carol Oates
Joyce Carol Oates es toda una creadora de monstruos. Esta es una historia angustiante sobre dos niñas abandonadas, Marissa, quien tiene una madre ausente que siempre está trabajando, y Jude, a quien le han dado todo y es justo esa la razón por la cual no le ponen atención. Esta última fantasea con llevar a cabo el ritual de nativos americanos de la Doncella del Maíz, en el que se sacrifica a una niña para asegurar una buena cosecha. Una de estás niñas terminará convencida de que su mundo se ha terminado. Aunque no contiene todos los elementos del folk horror, el tema del ritual es llevado al límite a través de una moral sesgada y exacerbada por una inocencia maligna.
Se puede leer el relato acá.
Harry - Rosemary Timperley
Cristine es una niña peculiar de apenas cuatro años que tiene un amigo imaginario. Sin embargo, lo que para muchos niños es una “etapa” se convierte en una obsesión para la pequeña, al punto de que su madre comienza a sentirse asediada por la presencia de ese alguien que simplemente no existe. Parece que los acontecimientos terribles no solo dejan energías malas en los lugares donde suceden si no también en las personas que los presencian, estén conscientes o no de ellos.
Se puede leer el relato acá.
Mamita - Elizabeth Counselman
Es un relato de terror que conjunta muchos elementos, por un lado, tiene una atmósfera inquietante, aderezado con un puñado de sucesos que bien pueden caer en lo sobrenatural e incluso resultar ambiguos para el lector. Todo esto hace que la historia funcione sin problemas como un cuento de fantasmas. Pero su singularidad radica en la forma como Counselman aborda el tema de la maternidad y la perturbadora inocencia y percepción de la protagonista: Marta, una niña de tan solo siete años.
Se puede leer el relato acá.
No puedo dejar de decir adiós - Ann Mckenzie
Karen es una niña de nueve años muy peculiar, posee un curioso poder, anunciar sucesos que cambiarán la vida de quienes escuchan la buena nueva, algo que generará muchas emociones entre los que la rodean. Con una forma muy singular de contar historias Mckenzie consigue un relato bastante incómodo.
Se puede leer el relato acá.
La compañera de juego - Cynthia Asquith
Halyard es una niña pequeña que comparte vínculos con personas a las que nunca conoció, pero con quienes comparte una genealogía, una especie de genética de la conciencia. Una serie de recuerdos que no le pertenecen la acechan. En este cuento encontramos miedos infantiles, culpa en lugares donde no debería existir, cosas que suceden cuando lo sobrenatural se vuelve prohibitivo en la realidad.
Se puede leer el relato acá
Ropas viejas - Algernon Blackwood
En esta historia la inocencia es un campo fértil en el que se pueden sembrar muchas cosas: el miedo, la angustia y la desesperación. Helen es una niña de pocos años quien de pronto tiene recuerdos de otras vidas y extraños sucesos despiertan en ella conductas muy raras. Blackwood nos regala una historia escrita con maestría sobre reencarnaciones y legados malditos, donde estar libre de culpas es peor que poseer las propias.
Se puede leer el relato acá.

La cosa en el sótano - David H. Keller
Tommy Tucker es un niño pequeño que siente horror por el sótano de su casa, al parecer su edad y su inocencia lo vuelven más perceptivo para ciertas “presencias”. Lo que en un inicio parece un miedo infantil e irracional, poco a poco se convierte en un problema familiar, que será resuelto con los métodos más estrictos y ortodoxos que un padre puede tener. Keller fue un escritor prolífico en la era de las revistas pulp, aunque su fuerte fue la ciencia ficción tiene un buen puñado de cuentos de terror.
Se puede leer el relato acá.
Pícnic a la luz de la luna Nick Antosca
Ganadora del premio Shirley Jackson a novela corta. Es la historia de Bram quien una noche atropelló por error a una perra dejándola mal herida, cuando vuelve para terminar con su sufrimiento la perra ya no está. A las pocas horas aparece un vagabundo con unos huesos. Su dueño (un niño muerto), establecerá contacto con Bram para emprender una búsqueda entrañable. Los elementos sobrenaturales son usados para mimetizar un horror psicológico enmarcado por la soledad, la nostalgia y la pérdida.
Es una buena vida – Jerome Bixby
Anthony es un chico muy singular que posee poderes psíquicos. Pero hay algo malo en él: es consciente de sus poderes y los usa para torturar, herir y manipular. A ratos la historia hace que nos cuestionemos si Anthony es dueño de la maldad que demuestra, o es el poder quien emite dicha maldad, pero sobre todo si el niño es realmente humano. Lo controversial es que pareciera que Anthony no actúa con una maldad deliberada, sino que sus acciones son propias de un niño inocente de apenas tres años.
Se puede leer el relato acá.
Estimado Uggla, vengo de leer tu artículo sobre Alejandro Cuevas; me gustaría saber si te es posible enviarme el libro digital de “Cuentos macabros.”
ResponderEliminarTe dejo mi dirección de correo por si las dudas y te agradezco por la interesante referencia.
zebrarojavz0@gmail.com